Reparo en las palabras
tras lo ínfimo del sol ante el ocaso.
A la distancia, oigo las calles en domingo
con su vacío de pájaros
y pájaros en todas las grietas que traza el aire.
Miedos migrando cuando la ventana se alza
para dejarme salir tras los silencios
que Tú pronuncias.
Pero ahora son Tus pasos los que se oyen
cuando la vergüenza calla
y es belleza la desnudez de mi cuerpo
también roto, mientras te espero.
Y resulta que fue tu Nombre,
buscándome en farmacias y hospitales
y fue tu milagro hacer que hablaran
incluso los años, con sus noches,
sobretodo sus noches y su diálogo paterno.
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